Desde la noche que sobre mi se cierne, negra como su insondable abismo, doy las gracias a los dioses, si existen, por mi alma inconquistable. Caído en las garras de la circunstancia, nadie me vio llorar ni pestañear, bajo los golpes del destino, mi cabeza ensangrentada sigue erguida. Más allá de este lugar de lágrimas e ira, yacen los horrores de la sombra, pero la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo. No importa cuan estrecho sea el camino, cuan cargada de castigo la sentencia, soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
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sábado, 30 de agosto de 2008
En la noche helada cicatrizan todos los charcos.
Desde la noche que sobre mi se cierne, negra como su insondable abismo, doy las gracias a los dioses, si existen, por mi alma inconquistable. Caído en las garras de la circunstancia, nadie me vio llorar ni pestañear, bajo los golpes del destino, mi cabeza ensangrentada sigue erguida. Más allá de este lugar de lágrimas e ira, yacen los horrores de la sombra, pero la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo. No importa cuan estrecho sea el camino, cuan cargada de castigo la sentencia, soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
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