Y llegas, con esa sonrisa tuya y me susurras al oído "voy a follarte hasta que no te queden gemidos dentro". Y yo... no necesito hoy nada más.

Hoy es un día de esos en los que te atrapan las ausencias y sólo apetece que la lluvia empiece a golpear los cristales, primero suave y luego con fuerza. Y justo así es como me siento cuando los recuerdos se agolpan. Pero, gracias a una fuerza suprema, que quiero creer que es la de mi interior, no va a llover. No hace mucho me dijeron que tenía que dejar de huír de mi misma cuando el nudo se acomodaba en mi estómago. Creo que hoy he comprendido a qué te referías. Así que me he sentado aquí, frente a mí misma y he pensado en todo y en nada, para llegar a la conclusión de que cuando hay que aferrarse a algo que merece la pena y luchar por ello, se hace. Pero que también hay que tener en cuenta que si la lucha es autodestrictiva, es una lucha que no merece la pena. Por eso el día empezó feo y gris, pero esta noche, la luna brilla iluminándolo todo.

Hace tres tontos días me estaban recordando la existencia de este sitio... y algo en mi interior dio un coletazo, suplicando que expulsara las ideas de esta cabecita loca como tiempo atrás lo hice, através de palabras que nadie leía.

En ese momento no lo ví una buena idea. Supongo que no me pareció algo maduro, supongo. Pero, ¿por qué no? Y porqué sacar sólo lo malo, con la cantidad de cosas buenas que rodean este mundo loco que me he creado. 

Así que vuelvo, con mis filias y mis fobias, con mis miedos y mis tonterías a este pequeño rinconcito que, tal vez, nunca debí abandonar, sino simplemente, dar un lavado de cara.