Desde la infancia, apenas se ma cae algo al suelo tengo que levantarlo, sea lo que sea, porque si no lo hago va a ocurrir una desgracia, no a mí, sino a alguien a quien amo y cuyo nombre empieza por la inicial del objeto caído.

Lo peor es que nada puede contenerme cuando algo se me cae al suelo, ni tampoco vale que lo levante otro porque el maleficio obraria igual. He pasado muchas veces por loco a causa de esto y, la verdad, es que estoy loco.
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