
Sólo veía un mundo en blanco y negro, con un marco de peros a su alrededor.
¿Sin color? A veces estaba oscuro y no se distinguía nada, otras veces lo iluminaba el sol y diversos colores creaban figuras que bailaban sin ton ni son. Sin duda alguna se quedaba con este color.
¿Sin olor? A veces un aroma agridulce se apoderaba del dibujo, entrando por todos y cada uno de los recovecos que la mina del lápiz había dejado a su paso. Sin duda alguna se quedaba con ese olor del café recién salido.
¿Sin sabor? A veces tenía un sabor ácido como el limón, otras veces era demasiado empalagoso, sin duda alguna se quedaba con el sabor que tienen los sentimientos los días de lluvía de invierno acompañados de abrazos.