-Te queda bien -dijo él, y se sintió estúpido; después de tanto tiempo sin verse, sólo se le ocurría hablar de su pelo.
Y el caso era que tenía muchísimas cosas que decirle. Podría contarle cómo había hablado con ella en sus noches a solas, podría decirle que su bloc de dibujo estaba lleno de bocetos de ella, de su rostro, de sus grandes ojos castaños, que lo habían contemplado tantas noches desde las estrellas; podría confesarle que había escuchado su voz en el viento cientos de veces, que la había recordado en todos y cada uno de los lugares más hermosos que había visitado... que la había echado de menos, intensa, dolorosa y desesperadamente.
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