-¿Te parece bonito dormirte mientras te estoy hablando? –Está realmente enfadada-. ¡Eso significa que no me tienes respeto!
-Venga, no te enfades. Sólo significa que no he dormido bastante.
Ella resopla y se da de nuevo la vuelta. Él no puede por menos que advertir lo guapa que es. Puede que incluso más cuando se enfada. Ha alzado el rostro y todo en él adquiere un aire cómico, la barbilla, la nariz, la frente. Su pelo refleja los rayos del sol, parece respirar el olor del trigo. Tiene la belleza de una playa abandonada cuyos confines remotos se ven rodeados por un mar embravecido. Algunos mechones de pelo, semejantes a olas de espuma, le rodean la cara, la cubren rebeldes en algunos puntos, sin que ella haga nada por evitarlo.
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