Pero ahora el viento corre alrededor.

Tenía un alma de doble filo, y era tan difícil de explicar como de asumir. Bailaba tangos dos noches al mes con la incertidumbre "tan poco es para tanto -le repetían todos-, sólo son dos noches". Pero ella esas dos noches podía cambiar el mundo, podía subirse en esos tacones que le hacían sentir hasta el último gemido de todo placer, podía ponerse ese vestido tan corto que nada enseñaba pero que dejaba intuir hasta el más oculto de sus pensamientos. Esas noches podía beberse el mundo en vasos de martini y esnifar besos faltos de amor pero llenos de ganas y nostalgia. Esas noches podía con todo, esas noches una sola gota de perfume hundía hasta el más macabro de los planes que intentara pararla. Lástima que sólo fueran dos grandes noches al mes...